Churras con merinas

He aquí la entrada que hace unos días se publicó o publiqué vacía no sé cómo. Pero ese fantasma de mi blog ha permitido que pueda añadir algunas colaboraciones tardías y modificar algunas cosillas, así que podría decirse aquello de «no hay mal que por bien no venga».

Como os conté hace diez días, me marcho a Arkansas de lectora de español con el programa Fulbright. La segunda fase del proceso de selección de esta beca consiste en una entrevista personal, y una de las preguntas que me hicieron en dicha entrevista fue cómo una traductora se interesa por la enseñanza ELE. Lo cierto es que esta doble vocación es muy común, por ejemplo leíamos el caso de Ismael Pardo en su blog Diario de un futuro traductor. La docencia y la traducción no son incompatibles. En eso creo que estamos casi todos de acuerdo. Pero, ¿por qué? ¿Por qué estudiar traducción y luego irte a la América Profunda a ejercer de profesora? ¿No estarás mezclando churras con merinas? Tenía bastante clara que la respuesta era «no», pero no tan claro cómo justificarla.

La respuesta que yo di fue más o menos la siguiente: si bien se tiene al traductor como un experto en su lengua B, ante todo debe ser un experto en su lengua materna, que es a la que normalmente tendrá que volcar todo el significado del original de una manera fiel pero natural. Pero este argumento no es sólo «soy experta en español», sino también que los traductores, al manejar dos lenguas y sus dos o más culturas, podemos utilizar el análisis contrastivo para identificar los retos que nuestra propia lengua supone y que los hablantes nativos tendemos a obviar.

No quedé muy satisfecha con esa respuesta, ya que no se trata de una competencia exclusiva de los traductores. Desde entonces he seguido dándole vueltas a una pregunta sencilla de hacer, pero difícil de responder: ¿por qué? Así pues, hace poco decidí preguntar a otros traductores que se dedican o se han dedicado a la enseñanza. Aquí tenéis sus respuestas:

Profesor-traductorPreguntas 2Preguntas 3

    Yo ya me dediqué a la enseñanza de español como lengua extranjera el curso pasado, en un centro de educación secundaria de Londres. La mayoría de los auxiliares de conversación que conocí (como Julia y Robert) eran de hecho traductores.
    20130610-223109.jpg
    ¿Qué opináis vosotros de esta tendencia? ¿Compartís esta doble vocación? ¿Creéis que un traductor, con la formación pedagógica adecuada, puede ser tan buen profesor de idiomas como un filólogo? ¿Es suficiente el amor por los idiomas y la cultura para no considerarnos, en cierto modo, intrusos? Y, una última pregunta que me ha surgido a raíz de las respuestas: a pesar de la preferencia por el enfoque comunicativo de la lengua, ¿seguís pensando que la traducción es una buena herramienta para enseñanza de idiomas?

    Yo, en cualquier caso, jamás podré negar las fantásticas oportunidades que me ha brindado la docencia, ¡y las anécdotas! Por ejemplo, el año pasado, una alumna de español de 12 años, me preguntó:

    Miss, ¿tú en España vives cerca de la playa?
    – Más o menos, a una media hora en coche.
    – ¡Oh! ¡Coolo!

    .
    DISCLAIMER: la información sobre la beca Fulbright que aquí se incluye está basada única y exclusivamente en mi experiencia personal, y no se trata en ningún caso de información oficial del programa Fulbright.

10 pensamientos en “Churras con merinas

  1. Creo que, para hacer una pregunta como esa, hay que tener una visión muy plana de la realidad profesional del traductor. No conozco ni un solo traductor, ni traductora, que no tengan vocación docente (entendiendo esta como la vocación de compartir conocimientos, que no tienen que ser forzosamente lingüisticos o) o de escritor/a.

    También muchísimos traductores son aficionados a la informática, ya que se han tenido que resolver problemas específicos creando utilidades que las grandes aplicaciones no incorporan. OmegaT, Intelliwebsearch, Transtools, TMBuilder, etc. son utilidades creadas por traductores.

    Para un servidor, si algo caracteriza esta profesión es su polivalencia, porque nos toca traducir textos sobre todos los temas y nuestro afán de conocimiento sobre los mismos es sempiterno.

    Me gusta

    • Estoy totalmente de acuerdo, y por eso me pilló tan desprevenida esa pregunta y no supe muy bien qué contestar en la entrevista. Supongo que daba por hecho que era algo lógico y normal que a un amante de los idiomas le apasione también transmitirlos.

      Yo conozco a traductores sin ninguna vocación docente, pero no a traductores sin ninguna otra vocación en absoluto. Ya sea, como dices, informática, cine, economía, incluso medicina… siempre hay algo. Y lo cierto es que la enseñanza es una vocación recurrente.

      Me gusta

  2. Qué bonito, Iris. Espero que te vaya muy bien en Arkansas y que disfrutes mucho con la experiencia.
    Estoy de acuerdo contigo en que un traductor puede llegar a ser un buen docente. Tengo varias amigas traductoras que dan testimonio de ello porque son excelentísimas profesoras de español. Pero, como bien dices, la vocación es fundamental para esta profesión.

    En mi caso, yo no aúno la vocación traductora con la de docente. Lo descubrí (con pesar) durante mi año de auxiliar de conversación, que por cierto se me hizo eterno. Ya tenía mis dudas cuando daba las típicas clases particulares para sacarme un dinerillo…. pero después del año como auxiliar terminé de comprobar que aquello no era lo mío. Pero bueno, cada uno a lo suyo y a lo que le guste dedicarse.

    En fin, me alegro muchísimo de la oportunidad que te han dado y espero que tengas una buena experiencia en Arkansas. Ya nos irás contando. Estaremos atentos al blog.

    Un besazo.

    Lourdes

    Me gusta

    • Muchas gracias, guapa.

      A mí me pasó un poco al revés, desde siempre dije que no quería saber nada de la enseñanza, y cuando empecé a dar particulares por necesidad descubrí que me gustaba y mucho. Mi verdadera pasión es traducir, pero la enseñanza me ha dado MUY buenos momentos y muy buenas oportunidades, y presiento que me los seguirá dando 🙂

      De nuevo, gracias por tu comentario y tus buenos deseos. Un abrazo, y espero que nos volvamos a ver pronto.

      Me gusta

  3. Igual es una pregunta un poco tonta, pero hace mucho tiempo que oigo eso de «lector de español» ¿en qué consiste exactamente?

    Me gusta

    • No es una pregunta nada tonta 🙂 Básicamente es un puesto de ayudante de profesor en una universidad, en la que llevas o apoyas en asignaturas de español para que los alumnos puedan practicar sobre todo conversación con un nativo. Es como ser auxiliar de conversación, pero a nivel universitario.

      Me gusta

  4. ¡Hola!

    Yo, como la mayoría de los que hemos estudiado idiomas, también he trabajado como profesora y la verdad es que a mí me gusta, aunque no tanto como traducir.

    En especial me gusta la enseñanza de español porque es mi lengua materna y esto hace que sea aún más genial. Primero porque, al preparar las clases, he descubierto muchas cosas que no sabía y he encontrado la explicación a aspectos de la lengua que para mí eran tan familiares. Segundo, porque la ilusión que se ve en las caras de otras personas al entender algo o al decir algo bien es muy valiosa, es un subidón para el estudiante y para el profesor.

    Me ha encantado la última respuesta del último chico: los filólogos no se preparan para ser profesores, se preparan para ser expertos en una lengua concreta, lo que pasa es que la mayoría luego se dedican a la enseñanza.

    Para enseñar, un idioma o lo que sea, hay que estar preparado y tener vocación porque si tú no amas lo que enseñas es imposible que transmitas pasión y ganas por aprender.

    En fin, que me ha gustado tu entrada, aunque yo este año me quedo con las ganas de irme como auxiliar de conversación 😦

    ¡Un beso, guapa!

    Me gusta

We need to talk...